domingo, 30 de noviembre de 2008

Identidad y Cultura


Los mecanismos por los que se conforma una identidad son complejos y no remiten a una causa única, en especial cuando se trata de la identidad de colectivos humanos. Para asomarse a esta dificultad basta pensar en unos pocos ejemplos y un par de sencillas preguntas, tratando de definir que queda dentro y que olvidamos fuera con cada respuesta:



  • ¿cuál es la verdadera identidad de los apropiados y de los rescatados?

  • ¿qué es ser un verdadero peronista?

  • ¿cuánto de emigrados europeos y cuánto de latinoamericanos tenemos los argentinos?



Por supuesto, siempre se puede ser tajante. Si la verdad no importa, cualquier idiota puede dar una respuesta rápida. Aceptando nuestra cuota de estupidez, dignifiquémonos con el trabajo de intentar pensarlo al menos

En primer lugar abandonemos la tentación de encontrar una respuesta definitiva, ya sea una definición, una imágen o un juego de características. Así como la identidad de una persona es el relato de su vida 1, la identidad de un pueblo es el relato de su historia; con lo que elige decir y con lo que decide callar. Lo que se recuerda y lo que se olvida, lo que se enfatiza y lo que se desdeña; no en la letra muerta e impresa, sino en la práctica vital y cotidiana, es lo que somos. Ese relato obsesivamente inconcluso y retomado, ese relato que es terreno de disputa contra las fuerzas del olvido (contra el blanqueador, al decir de Brecht) nos forma todo el tiempo, decide por nosotros el rumbo del próximo paso a dar:

El hijo apropiado quiere hacer una carrera en marketing e insulta a los negros que le limpiaron mal el coche. ¿Pensará igual cuando sepa lo que le han ocultado?.
¿Qué va a pensar el pegacarteles de la unidad básica cuando le hables de Jauretche y de John William Cooke?
2





Hemos dejado en manos de nuestros enemigos el relato canónico de nuestro pasado. Y sí, es inevitable, estoy repitiendo lo que ya dije: si el Facundo de Sarmiento expresa completo el relato de nuestra identidad es porque no ha dejado de repetirse, trasmutado, una y otra vez. El arco que va desde El Matadero hasta El Sur, es la perpetua escritura de lo mismo.
Pero, insisto (tal como ellos) no basta con cambiar el signo como quería el primer revisionismo; se debe ir más allá del contrarrelato. Buscar incluso antes de los padres de esos todavía-no gauchos de Hidalgo, quizás en los mestizos del Río largo y peligroso, dándoles en donde más les duele, en su destino sudamericano





La Identidad es uno de los temas más importantes para la vida literaria de una comunidad. Sin embargo, pocos han sido en la nuestra más maltratados e ignorados. La solución cortazariana, ese encuentro al medio de tablones tembleques entre ventanas, sigue todavía el esquema del compromiso fantástico; reconocimiento que, al fin, no reconoce nada. Antes que eso prefiero el ¡estropeado!del Niño Proletario; al menos denuncia el conflicto que duerme debajo.
Una verdadera crítica peronista debería, quizás, tratar a fondo este problema...




1 Un cruce interesante es pensar en los relatos inconclusos del Martín Fierro: no conocemos los orígenes de Cruz ni el destino de Fierro. Interesante también pensar en la necesidad gorila de cerrarlos. volver

2 Suena casi como la estúpida toma de consciencia que plantean los pseudo-marxistas. Sirva esta advertencia para deshacer el malentendido, ya que la frase así suena mejor volver

Una Recomendación


Bien, completamente sin permiso del autor quiero recomendar el blog abandonado de Juan Terranova (n. 1975), en especial el poema que se encuentra al final de la página. Ya sea que estemos de acuerdo o no, me parece un muy buen material para reflexionar (y reirse en bastantes casos)




jueves, 20 de noviembre de 2008

La Gran Divisoria


Se acepta generalmente que la literatura norteamericana se revitalizó cuando el eje de la dicotomía cultural cambió de la linea Mason-Dixon (norte - sur) al cauce del Misissipi(este - oeste). Dicho cambio, impulsado por la victoria del norte industrializado, no tuvo como consecuencia la desaparición de los escritores y las temáticas del sur agrícola, pero sí la transformación de la manera de pensar el país, de una confrontación insoluble a la búsqueda de una posible unidad, la de la Gran Novela Americana.


En la literatura argentina, hablar de la dicotomía cultural, es indudablemente referirse a Sarmiento. Todavía a mediados del siglo XX, Jauretche tenía que combatirlo. Y aún hoy, sus efectos no dejan de sentirse. Es la madre de todas las zonceras y este país no va a encontrar su identidad genuína hasta que no resuelva cómo pensar fuera de ese marco.


No creo que baste con señalar los muchos y groseros errores de Sarmiento. Dado que nuestra vida, en general, no está dominada por el pensamiento conceptual, sino, principalmente, por ese nudo de imágenes, sentimientos y prejuicios que se hunden en la cultura y escapan todo el tiempo a la verbalización.


Nuestra tarea, es escribir eso latente que se opone, no a la civilización tal como la entiende Sarmiento y de él en adelante, escondido y atado a nuestros más oscuros miedos y resentimientos: toda nuestra cultura; sino lo que se opone a esa dicotomía como un todo.


De los laberintos, como dijo el Poeta, se sale hace arriba....