martes, 24 de junio de 2014

Ezra Pound Canto XLV

XLV


WITH Usura
With usura hath no man a house of good stone
each block cut smooth and well fitting
that design might cover their face,
with usura
hath no man a painted paradise on his church wall
harpes et luz
or where virgin receiveth message
and halo projects from incision,
with usura
seeth no man Gonzaga his heirs and his concubines
no picture is made to endure nor to live with
but it is made to sell and sell quickly
with usura, sin against nature,
is thy bread ever more of stale rags
is thy bread dry as paper,
with no mountain wheat, no strong flour
with usura the line grows thick
with usura is no clear demarcation
and no man can find site for his dwelling
Stonecutter is kept from his stone
weaver is kept from his loom
WITH USURA
wool comes not to market
sheep bringeth no gain with usura
Usura is a murrain, usura
blunteth the needle in the maid's hand
and stoppeth the spinner's cunning Pietro Lombardo
came not by usura
Duccio came not by usura
nor Pier della Francesca, Zuan Bellin' not by usura
nor was  'La Calunnia' painted
Came not by usura Angelico, came not Ambrogio Praedis,
Came no church of cut stone signed Adamo me fecit
Not by usura St Trophime
Not by usura Saint Hilaire,
Usura rusteth the chisel
It rusteth the craft and the craftsman
It gnaweth the thread in the loom
None learneth to weave gold in her pattern,
Azure hath a canker by usura, cramoisi is unbroidered
Emerald findeth no Memling
Usura slayeth the child in the womb
It stayeth the young man's courting
It hath brought palsey to bed, lyeth
between the young bride and her bridegroom
        CONTRA NATURAM
They have brought whores for Eleusis
Corpses are set to banquet
at behest of usura

N B Usury A charge for the use of purchasing power, levied without regard to production, often without regard to the possibilities of production (Hence the failure of the Medici bank)

miércoles, 2 de abril de 2014

Nec spe, nec metu

Sin entrar en la moral, o la ética, siempre es posible valorar un acto en virtud de su eficiencia y su alcance.  Entonces, entendible o no, justificable o no, deseable o no, un linchamiento merece cierta atención en virtud de estos parámetros para establecer con algo de fundamento o al menos darle un par de vueltas en la cabeza a todo el asunto.
Lo que sostengo es que los linchamientos no pueden volverse una metodología eficiente ni eficaz. Veremos entonces qué objetivos persigue, pero por lo pronto esto es lo básico:

Alcance: los linchamientos nunca afectan a ladrones de guante blanco: estafadores millonarios, hijos de comisarios de pueblo o probados canallas de verdadera monta. Ningún gerente de ninguna transnacional, ningún banquero, ningún hijo de un gobernador o narcotraficante han sido linchados. Ni siquiera un pobre remedo de presidente al servicio de los peores intereses económicos, sufrieron este castigo. Su alcance parece ser un par de enclenques motochorros y carteristas lo suficientemente idiotas como para salir solos. 

Eficiencia: Incluso dentro de su limitado alcance, es también problemático saber si se está haciendo lo correcto. No en el sentido de si matar está bien o mal, sino en cuanto a si se está ejecutando a la persona correcta. Los sucesos afectados por las emociones, vertiginosos por definición, nunca son claros ni precisos. ¿Con qué bases nos metemos en una turba a patear un cuerpo en el suelo? Si las dos mujeres gritaban "Me están robando" ¿cuál es la víctima y cuál la victimaria? ¿Lo viste todo con tanta claridad o confiás en que otro lo vió perfectamente? ¿ y si es un cómplice?

Como metodología está claro que no es una muy buena. Si el fin fuera hacer justicia, no representa una mejora considerable en relación con el sistema judicial de garantías y presunta inocencia vigente. 
La prensa y difusión, los esfuerzos de justificar y azuzar estos brotes sociales, el vigor de su impronta en la conciencia pública tienen una utilidad inmediata como ariete contra el gobierno, pero me interesa más encontrar el fundamento ideológico que le sirve de base, porque creo, busca como fin la administración del miedo y el debilitamiento del Estado.

La administración del Miedo: ningún tema social es más importante que este. El miedo está en la base del control social y constituye su esencia. Pero exige más que unas pocas líneas.
Igualmente, la argumentación de la que se sirven es que debe causárseles a esos otros, que se suponen claramente diferenciables (porque son negros, o pobres o extranjeros) el miedo que provocan. Controlarlos por medio del miedo. Lo mismo asoma también en las declaraciones sobre las rejas y quién debería estar detrás de ellas. 
Expuesto desnudo, es difícil no ver las múltiples deficiencias que posee. Supone que es posible atemorizar a alguien que ha asumido el riesgo absoluto como modo de vida, con buenos padres de familia y estudiantes aplicados que se han pasado la vida rechazando peleas y riesgos. Sin mencionar que, en el mejor de los casos supone la aniquilación del otro, o la propia, en medio de una espiral de violencia creciente.
Simplemente se confirma una necesidad obvia: no se trata de justicia o de violencia, debajo y fuerte está la necesidad de no tener miedo, la necesidad de ser felices. Ninguna otra cosa mantiene esta falacia que aferrarse de cualquier modo a la ilusión de alcanzar un paraíso con un simple par de acciones. Como se ve, la derecha también sueña soluciones mágicas como la Revolución idealizada de la izquierda, que llega para salvarnos a todos.

El debilitamiento del Estado: El Estado, como la máxima entidad de lo público, se resiente con cada área que lo privado reclama para si. En especial cuando son partes que corresponden a lo definitorio mismo del Estado, es decir, el monopolio de la violencia. Privatizar este aspecto, como proponen desde sus justificaciones los discípulos putativos del Tea Party, solo puede conseguir el siempre paradójico efecto de la política neoliberal: usar el Estado para destruirlo.



miércoles, 1 de febrero de 2012

Aut insanit homo, aut versus facit

Si usted realmente desea ser peronista, entonces mucho más que leer la doctrina de Perón o inflamarse con los discursos de Evita, debe leer El Rey Lear, de W. Shakespeare. De hecho me extraña que la literatura argentina no haya dado ni siquiera una versión decente de ese texto. No porque falten traiciones en nuestra tradición, de todos los motivos y colores las hay; sino porque no hay ningún compendio tan exhaustivo como esa obra y no hay ninguna que entremezcle tanto la política, las ambiciones, el poder, las cercanías y las lealtades.

El peronismo, su práctica, su militancia, es una cuestión profundamente emotiva. Principalmente por el sentido de comunidad que embarga a todos los involucrados, presente en su doctrina misma, pero también porque las lealtades, las cercanías y rechazos se fueron forjando en una disputa permanente. Mucho más quel marxismo, el peronismo hizo de las diferencias sociales un motor. No por la división teórica entre capital y trabajo, sino porque define una pertenencia y un afuera muy claros, profundamente sentidos. Los peronistas por un lado, incluso con sus diferencias internas, que siempre fueron muchas, y los oligarcas y gorilas por otro.

Es el juego de las alianzas y traiciones, de las lealtades proclamadas y escondidas, reales y fingidas, lo que se pone en juego en El Rey Lear. La seducción de los aduladores, las ambiciones desmedidas, las muchas formas de la perfidia; todo el juego de recursos que muestra la historia están presentes, una y otra vez, en cada relato de cada compañero. El sueño gigantesco, incluso desmesurado de un bienestar perpetuo también.

En estos días que la militancia parece haber vuelto a escena, es importante reconocer los muchos modos de la lealtad y cuándo esta es verdadera y cuándo falsa. Hay también que estudiar la diferencia entre la lealtad a una persona, y la lealtad a un ideal.
Y hay que volver a escuchar, prestando atención, otra vez al bufón y al loco.

sábado, 26 de noviembre de 2011

miércoles, 12 de enero de 2011

Status Rei

En relación al Estado como empleador, los sindicatos que agremian a la mayoría de sus trabajadores muestran metodologías, concepciones y estrategias distintas. Esa diferencia debe ser mejor explicada a fin de dilucidar cualquier política posible en relación al caso.

Básicamente creo que la actitud (entendiendo por este término el conjunto de las prácticas y concepciones) de la Asociación de Trabajadores del Estado corresponde a la todavía a la concepción de sus fundadores. Herederos de las teorías y prácticas más avanzadas y progresistas del siglo XIX, los primeros sindicatos concibieron el Estado como un empleador más. En sus expresiones más logradas era la superestructura y salvaguarda jurídica de la explotación capitalista. Claro que esta acepción impide cualquier relación que no sea en busca de su destrucción.

En este punto, por supuesto, un sindicato es una situación imposible. La única derivación lógica posible es la de igualar al Estado con el resto de los empleadores, volviéndose una relación laboral más. La persistencia de esta actitud articula con la voluntad de poder que expresan ciertos sectores de izquierda, que suelen no incluir una estrategia en relación al estado que supere la mera enunciación de una voluntad distributiva, sin diferencia de cualquier otro poseedor de riqueza y capital que debe ser expropiado; y sin fijar ninguna estrategia de alianza con ningún otro sector. Hay una pureza de “pueblo elegido” en esa actitud, que es quizás el principal obstáculo para el crecimiento.

La concepción de la Unión del Personal Civil de la Nación, en cambio, lleva la indeleble marca de su origen. Es un sindicato creado como herramienta de una manera de entender el Estado completamente diferente, la del primer Peronismo.

El Estado peronista era garante de la distribución justa, a través del pacto con las corporaciones sindicales y otras formas de organización del pueblo como cooperativas y mutuales, PyMEs, etc. En virtud de esto, es que UPCN prioriza dos prácticas que le han dado su sello distintivo: el acuerdo con el gobierno, continuidad o extensión de ese pacto recién mencionado, y los servicios que se brindan a sus socios. Es una actitud fundada en una estrategia posible, pero siempre difícil, de alianza entre clases.

A la luz de las tesis que discuten cuál es el enemigo principal, se puede ver que para unos y otros, hay diferencias irreconciliables: la profundización de las diferencias entre sectores de la sociedad o la lucha contra las condiciones mundiales de explotación y dependencia.

La elección entre una y otra alternativa es una discusión diferente y más compleja. Incluso, considero estas primeras disquisiciones, aunque necesarias, provisorias. Será la política real, la acumulación de fuerzas, la imposición de la realidad, la que determine el estado de cosas donde las teorías hallarán su resolución.

lunes, 13 de septiembre de 2010

La herencia maldita

Le reprocho pocas cosas a Borges. Pero hay una imperdonable. Si hay un responsable de haber impuesto la primacía del ingenio sobre la inteligencia, ese ha sido justamente el. No es que le faltara, pero el personaje que construyó, que terminó por devorarlo, que terminó por hacer de el un "escritor popular" (quizás a su pesar, pero no lo aseguraría), hizo parecerlo todo fácil.

Pero lo que es propio del literato, el lujo acerado de un estilo, no es una herramienta para cualquier ocasión. Da pena cuando vemos el atajo de humor bobo o una salida falsamente profunda, en una materia de discusión que compromete lo genuinamente humano: la política.

Aunque dados algunos actores en escena del debate contemporáneo, hay veces que se me da por extrañar hasta el ingenio fláccido...

miércoles, 18 de agosto de 2010

adaequatio rei et intellectus

La lucha contra los Media se enmarca, para algunos, en la defensa de una supuesta realidad subyacente contra la irrealidad o virtualidad. Un problema de ajuste de lente, de adecuación entre el objeto y la mente. Sin embargo, esto tiene la sombra de un saber absoluto. Alguien, en algún lado, puede precisar la "cosa" exactamente, de algún modo, y sabe cuánto nuestro intelecto está desviado de ella. Su garante, por supuesto, debe ser Dios.
En esto, inobjetablemente, peronista. La posición de la Presidenta Cristina, del Kirchnerismo, entronca con la raíz católica, con su gnoseología.
En este punto, una diferencia esencial, el simulacro es real en el capitalismo tardío. No esconde otra verdad, no se trasciende, es lo que es, es todo lo que hay. Los Media crean la realidad todo el tiempo, cada segundo. No puede haber mejor argumento a favor de la necesidad de multiplicar las voces y de la ley de medios. Los que miramos al futuro seguimos encontrando grietas y salidas. El peronismo también es un puente tendido sobre el abismo.