jueves, 15 de julio de 2010

ALTER EGO

Mucho se puede decir y se ha dicho sobre Nicolás Maquiavelo. Entre los debates más interesantes que se pueden hacer en torno a su figura, está la duplicidad de sus perspectivas en sus dos libros claves sobre política: El Príncipe y Los Discursos sobre la Primera Década de Tito Livio. En uno parece partidario de la Monarquía, en otro de la República. A riesgo de decir más de mí que del ilustre florentino, quisiera esbozar una hipótesis. No soy partidario de los psicologismos a la hora de analizar la historia y espero no volver a repetir estos dislates.

En personas que se acercan a la materia política como a un ejercicio intelectual, como una prolongación de su estar en el mundo, así como otros se acercan a la filosofía no como una disciplina académica sino por la búsqueda genuina de una respuesta a su asombro. Es decir, entre los partidarios del sentido y no de la información, tarde o temprano, la variedad de los casos a considerar, lleva a igualar las múltiples opciones. En todos los casos se pueden detectar bondades y perjuicios. Así es como la eficiencia se vuelve una ética. Deja de importar si el resultado es una Monarquía o una República, lo importante es llevarla a cabo tan bien que todos sean felices.

El peronismo, con su núcleo duro de catolicismo preconciliar, y caudillismo atávico (esa forma devaluada de la monarquía) no es peor que el republicanismo, hipócrita o sentido, de las escasas fuerzas progres generalmente no alineadas. Lo que sobran son soluciones, lo que falta, es la voluntad para llevarlas a cabo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario