miércoles, 12 de enero de 2011

Status Rei

En relación al Estado como empleador, los sindicatos que agremian a la mayoría de sus trabajadores muestran metodologías, concepciones y estrategias distintas. Esa diferencia debe ser mejor explicada a fin de dilucidar cualquier política posible en relación al caso.

Básicamente creo que la actitud (entendiendo por este término el conjunto de las prácticas y concepciones) de la Asociación de Trabajadores del Estado corresponde a la todavía a la concepción de sus fundadores. Herederos de las teorías y prácticas más avanzadas y progresistas del siglo XIX, los primeros sindicatos concibieron el Estado como un empleador más. En sus expresiones más logradas era la superestructura y salvaguarda jurídica de la explotación capitalista. Claro que esta acepción impide cualquier relación que no sea en busca de su destrucción.

En este punto, por supuesto, un sindicato es una situación imposible. La única derivación lógica posible es la de igualar al Estado con el resto de los empleadores, volviéndose una relación laboral más. La persistencia de esta actitud articula con la voluntad de poder que expresan ciertos sectores de izquierda, que suelen no incluir una estrategia en relación al estado que supere la mera enunciación de una voluntad distributiva, sin diferencia de cualquier otro poseedor de riqueza y capital que debe ser expropiado; y sin fijar ninguna estrategia de alianza con ningún otro sector. Hay una pureza de “pueblo elegido” en esa actitud, que es quizás el principal obstáculo para el crecimiento.

La concepción de la Unión del Personal Civil de la Nación, en cambio, lleva la indeleble marca de su origen. Es un sindicato creado como herramienta de una manera de entender el Estado completamente diferente, la del primer Peronismo.

El Estado peronista era garante de la distribución justa, a través del pacto con las corporaciones sindicales y otras formas de organización del pueblo como cooperativas y mutuales, PyMEs, etc. En virtud de esto, es que UPCN prioriza dos prácticas que le han dado su sello distintivo: el acuerdo con el gobierno, continuidad o extensión de ese pacto recién mencionado, y los servicios que se brindan a sus socios. Es una actitud fundada en una estrategia posible, pero siempre difícil, de alianza entre clases.

A la luz de las tesis que discuten cuál es el enemigo principal, se puede ver que para unos y otros, hay diferencias irreconciliables: la profundización de las diferencias entre sectores de la sociedad o la lucha contra las condiciones mundiales de explotación y dependencia.

La elección entre una y otra alternativa es una discusión diferente y más compleja. Incluso, considero estas primeras disquisiciones, aunque necesarias, provisorias. Será la política real, la acumulación de fuerzas, la imposición de la realidad, la que determine el estado de cosas donde las teorías hallarán su resolución.

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